MÉXICO, 21 DE MARZO DEL 2025.
El 21 de marzo se ha convertido en una fecha especial para regalar flores amarillas, una costumbre que, aunque no tiene raíces históricas formales, ha ganado popularidad gracias a la música y las redes sociales. Este gesto, que simboliza el amor, la amistad y la alegría de vivir, ha trascendido fronteras y se ha instalado como una tradición moderna, especialmente en países latinoamericanos como México.

El origen: de la ficción a la realidad
La práctica de obsequiar flores amarillas el 21 de marzo tiene su origen en la telenovela argentina Floricienta , emitida en la década de los 2000. En la trama, la protagonista canta una canción donde expresa el deseo de recibir flores amarillas como símbolo de amor verdadero. Aunque inicialmente era solo un elemento ficticio, la escena emotiva caló hondo en la audiencia, y la referencia floral comenzó a replicarse en la vida real.
El fenómeno creció exponencialmente con la llegada de las redes sociales, donde cada año los usuarios comparten imágenes con arreglos florales amarillos, etiquetando a sus parejas o amigos. Este impulso digital ha consolidado la fecha como un día no oficial para expresar afecto.
El simbolismo de las flores amarillas.
Más allá del contexto televisivo, las flores amarillas poseen un significado universal que las hace aún más especiales:
Amor y compromiso, en el marco de la canción de Floricienta , estas flores representan el deseo de compartir un futuro con la persona amada. Su color brillante simboliza la calidez y la esperanza de un amor duradero.
Amistad y felicidad fuera del ámbito romántico, el amarillo es un color asociado con la alegría y la amistad. Regalar estas flores a amigos cercanos es una forma de celebrar los lazos afectivos y los momentos compartidos.
Aunque la costumbre de regalar flores amarillas no tiene un origen histórico, su crecimiento a través de las redes sociales la ha convertido en un símbolo contemporáneo de cariño y felicidad. Su conexión con el equinoccio de primavera en el hemisferio norte refuerza la idea de renacimiento y esperanza, haciendo que este gesto floral sea aún más significativo.
Lo que comenzó como un detalle romántico ficticio se ha transformado en una tradición moderna que celebra el amor en todas sus formas. La belleza de esta costumbre radica en su sencillez y en la poderosa carga emocional que transmite: un ramo de flores amarillas puede ser un recordatorio de los vínculos que nos alegran la vida, ya sean de pareja, amistad o con nosotros mismos.