ESTADOS UNIDOS, 07 DE MARZO DEL 2025. 

El jueves pasado, la nave Starship de SpaceX, diseñada para misiones espaciales de largo alcance, despegó desde la base de Boca Chica, Texas, con el objetivo de realizar una prueba que incluiría el lanzamiento de satélites simulados de Starlink. Sin embargo, minutos después de su lanzamiento, la nave perdió contacto y explotó, desatando una lluvia de escombros que afectó una amplia zona del sur de Florida y las Bahamas. Este incidente forzó la suspensión temporal de operaciones en varios aeropuertos clave, como los de Miami y Fort Lauderdale, generando caos en los vuelos comerciales de la región.

Cohete Starship de SpaceX despegó el jueves desde la base de Boca Chica, Texas, tiempo después perdió contacto y explotó. (REUTERS/Joe Skipper)

El despegue de la nave, ocurrido a las 18:30 hora local, parecía inicialmente un éxito. La primera etapa, el propulsor Super Heavy, logró regresar a la base sin contratiempos y fue atrapado por el sistema de recuperación de pinzas. No obstante, la etapa superior de la nave, encargada de transportar los satélites simulados, perdió contacto y se desintegró en una explosión, esparciendo escombros en un área que abarcó tanto el sur de Florida como algunas zonas de las Bahamas. Testigos presenciales en Florida relataron la visión de restos cayendo sobre carreteras y vecindarios, generando preocupación entre los residentes.

La Administración Federal de Aviación (FAA) no tardó en intervenir, estableciendo restricciones sobre los vuelos en los aeropuertos de Miami, Fort Lauderdale, Palm Beach y Orlando. Esto ocasionó retrasos de hasta 45 minutos en varios vuelos comerciales. La FAA, que ya había comenzado una investigación tras una explosión similar en enero, exigió a SpaceX realizar un análisis exhaustivo para comprender las causas de este nuevo fracaso. Además, la agencia activó un área de respuesta a escombros, restringiendo temporalmente la velocidad de las aeronaves en la zona afectada.

El impacto no solo se sintió en Estados Unidos, sino también en las Bahamas, donde pescadores en alta mar grabaron la caída de lo que describieron como una «bola de fuego desintegrándose sobre el océano». Mientras tanto, autoridades locales en Florida, como el alcalde de Fort Lauderdale, recibieron numerosas llamadas preocupadas por la caída de escombros en áreas residenciales.

En esta prueba, SpaceX esperaba un hito importante: el despliegue de carga útil, es decir, los satélites simulados de Starlink. Este evento representaba un paso clave en el desarrollo del sistema de lanzamiento del Starship, diseñado para misiones espaciales más ambiciosas, como el transporte de tripulaciones y satélites de gran tamaño. Sin embargo, el resultado fue otra prueba fallida, similar a la que ocurrió en enero, cuando el cohete también explotó antes de completar su trayectoria.

Este nuevo fracaso deja en evidencia los riesgos inherentes a las pruebas de vehículos espaciales de gran envergadura. Aunque SpaceX continúa con su esfuerzo por revolucionar los viajes espaciales, la incertidumbre sobre los factores que provocan estas explosiones y las posibles implicaciones regulatorias podrían retrasar sus planes a largo plazo. La FAA seguirá investigando este incidente, lo que podría llevar a nuevas restricciones para los futuros lanzamientos de SpaceX.

A medida que SpaceX sigue avanzando en sus pruebas, será crucial que la empresa tome las medidas necesarias para evitar incidentes similares, asegurando que la innovación no esté a costa de la seguridad pública.

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